Ambientes invalidantes, conductas basadas en valores y salud mental: Un Modelo Explicativo basado en Perspectivas Conductuales-Contextuales

La orientación de la conducta hacia aspectos que el individuo considera valioso en su vida, es decir, sus valores, juega un aspecto fundamental debido a los beneficios que aporta a la salud mental. Sin embargo, factores ambientales, como contextos que promueven la invalidación de las propias emociones, pueden repercutir significativamente en los patrones de conducta y en las experiencias personales de aquellos que los experimentan. Frente a este escenario, el objetivo del presente proyecto consiste en identificar el papel mediador de las conductas basadas en valores entre la relación de ambientes invalidantes e indicadores de salud mental en adultos peruanos. Se busca obtener índices de ajuste aceptables con respecto al modelo explicativo propuesto. Estos resultados respaldarían diversas aproximaciones basadas en los modelos conductuales-contextuales de intervención psicoterapéutica.

El acto de vivir con dirección a aquello que se considera valioso ha sido denominado conducta basada en valores (Hayes et al., 2014). Desde la perspectiva de la Terapia de Aceptación y Compromiso, los valores se construyen por las experiencias personales y son motivadas por la connotación de la acción en sí, más que por sentirse obligados o esperar alguna recompensa externa (Christie et al., 2017). Por lo tanto, los valores sirven para guiar continuamente las conductas, además de proveer un marco más flexible en tales repertorios (Christie et al., 2017). En este sentido, la conducta basada en valores ha sido identificada como un elemento esencial de la flexibilidad psicológica, definida como el estar dispuesto a aceptar emociones y pensamientos sin considerar evitarlos, así como la habilidad para moldear el comportamiento y poder persistir en la patrones asociados a valores (Engle & Follete, 2018). Es decir, la conducta basada en valores puede ser relacionada a un mayor progreso en tiempos difíciles y mejor calidad de vida (Christie et al., 2017); así como menor angustia psicológica, ansiedad y depresión (Engle & Follete, 2018). Por el contrario, las personas con patrones de comportamiento rígidos que guían sus conductas por las reacciones psicológicas en vez de valores elegidos presentarían mayor malestar emocional a largo plazo (Ong et al., 2019).
No obstante, cuando se vive en entornos de invalidación emocional, siendo caracterizados por comúnmente castigar manifestaciones emocionales y comunicar que las emociones desagradables son inaceptables, existen más probabilidades que las personas respalden el miedo a sus vivencias e inhiban sus pensamientos, alejándose de lo que consideran valioso en sus vidas (Westphal et al., 2016). Asimismo, cuando la indiferencia por las experiencias emocionales es realizada por miembros de la familia, como los padres, se puede promover la creencia que gran parte o todas las personas desaprueban o son indiferentes a sus experiencias emocionales (Westphal et al., 2016). Ante estos contextos de invalidación, es probable que los individuos utilicen estrategias psicológicamente inflexibles, como la rumiación y el juicio negativo de pensamientos y sentimientos, los cuales pueden fomentar una mayor sintomatología de ansiedad (Berryhill et al., 2018). Por lo que, se esperaría que, las personas expuestas a entornos caracterizados por la invalidación emocional desarrollen actitudes críticas y negativas hacia sí mismos, respalden una baja autocompasión y presenten niveles más altos de vulnerabilidad psicológica en comparación con las personas con padres validantes (Westphal et al., 2016). En la misma línea, Flujas-Contreras et al. (2022) encontraron que las respuestas de los padres al comportamiento de sus hijos basada en la aceptación y validación emocional repercute positivamente en la capacidad de los hijos para modificar sus conductas y guiar continuamente sus conductas en base a valores escogidos.
Se podría concluir que, la respuesta del entorno a las reacciones emocionales podría ser importante en el desarrollo de patrones de conductas y en las consecuencias vinculadas a la salud mental.