Este proyecto busca medir la efectividad de una intervención educativa creada para mitigar la desinformación en estudiantes universitarios peruanos. La desinformación es un problema social que cobra relevancia en los contextos electorales y que afecta al poder de decisión y la calidad deliberativa de los ciudadanos, creando dinámicas de falseamiento de la realidad y de la verdad, minando la legitimidad de los actores y la confianza en las instituciones, así como exacerbando la polarización. Ante esto, existe consenso en la literatura científica sobre la importancia de promover la alfabetización mediática como una forma de mitigar este problema. Sin embargo, existe poca evidencia de sus efectos en términos reales. Esta investigación, de enfoque metodológico mixto, busca medir el impacto a corto y mediano plazo de una intervención educativa para enfrentar la desinformación en universitarios de dos regiones del país (N=372), así como proponer mejoras y sugerencias con vistas a futuras intervenciones.
Aunque la desinformación no es un tema nuevo, existe un interés renovado por comprender las causas y consecuencias de los llamados desórdenes informativos (Wardle & Derakhshan, 2017), particularmente marcado desde el Norte Global y agudizado en contextos políticos electorales (como la elección de Trump en EEUU o el Brexit en el Reino Unido) (Allcott & Gentzkow, 2017; Chaves & Braga, 2019; Gutiérrez et al., 2021). Es, por lo tanto, un asunto que afecta la calidad de la democracia, especialmente cuando se organiza para ese fin.
Se trata de un fenómeno inevitable en el contexto digital por la facilidad de las dinámicas desinformativas (Wittenberg & Berinsky, 2020). Más aún con la entrada de “nuevos” actores no humanos, como las plataformas (conocidas como “super propagadores” de desinformación), la Inteligencia Artificial y los algoritmos que facilitan la hipersegmentación para llegar a usuarios específicos (UNESCO, 2023).
Entre las explicaciones más populares sobre por qué las personas creen y comparten información falsa incluyen los sesgos ideológicos, el sesgo de confirmación, el razonamiento motivado y la falta de confianza en las instituciones (Altay et al., 2023). Otros usuarios son más conscientes de los costos reputacionales de propagar noticias falsas, lo cual constituye una barrera relevante para hacerlo (Altay et al., 2022).
Si bien no hay consenso real sobre el impacto masivo del problema, existe evidencia de que no todos los grupos poblacionales son igualmente vulnerables. Por ejemplo, las poblaciones con menores niveles educativos tienen mayores posibilidades de creer en bulos y fake news (Badrinathan, 2021), al igual que el caso de los adultos mayores (Sádaba et al., 2023; Vargas-Bianchi et al., 2023).
Recientes estudios (Boman y Schneider, 2021; Basol et al., 2021; Lewandowsky y van der Linden, 2021) demuestran que las intervenciones para dotar a los ciudadanos de capacidades mediáticas (conocidas como prebunking) pueden utilizarse para limitar los efectos de la desinformación. No obstante, aún existe escasa evidencia empírica sobre los efectos de las intervenciones de alfabetización mediática para atenuar o mitigar la desinformación (Guan et al., 2021), especialmente en Latinoamérica. Muy pocos estudios evalúan el comportamiento de las víctimas de desinformación (Murphy et al., 2023) y pocas publicaciones que buscan medidas contra la desinformación lo hacen con data del mundo real (IPIE, 2023).
En Iberoamérica es creciente el interés científico por abordar este fenómeno, pero con una sobreabundancia de estudios sobre redes sociales (en desmedro de medios tradicionales), el impacto del fact-checking como estrategia, y casuística centrada en partidos y líderes de extrema derecha. (López-López et al., 2023). La inestabilidad democrática de las regiones del Sur Global, vinculadas con las crisis económicas y la precariedad de las instituciones democráticas han promovido al discurso de la desinformación como un problema acuciante que merece un lugar más importante en la agenda pública y académica (Ipsos-UNESCO, 2023).
En este orden de ideas, queremos investigar el impacto de una intervención educativa para mitigar la desinformación, medida de modo cuasiexperimental, lo que aportará a llenar un vacío en la literatura científica (Guan et al., 2021; Guess et al., 2020).